Juguetes educativos y sostenibles: La raíz de hoy como fruto del mañana

Juguetes educativos y sostenibles: La raíz de hoy como fruto del mañana

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La relación de los niños con sus juguetes, además de un estímulo para la creatividad y la imaginación, tienen un propósito educativo. Su uso contribuye a una mejora de las habilidades motrices, la empatía y el codiciado sosiego que todo padre desea. En sus variantes de madera, en base a la sostenibilidad y el ecologismo, los juguetes han sido, son y serán la formación humana y empírica durante el complejo y bello crecimiento infantil.

Los niños son como esponjas

La primera y tierna edad del ser humano cuando es niño está caracterizada por una especie de ductilidad cognitiva. Los más pequeños absorben rápidamente todo tipo de conocimiento comprensible que se precipite sobre su cerebro en progresiva formación. Del mismo modo que el aprendizaje empírico integra en su haber la causa-efecto de las cosas, como por ejemplo la relación entre tocar un fuego y quemarse, el juego constituye para un niño el mayor campo de exploración y entendimiento. He de ahí el auge en el mercado de los juguetes educativos para niños.

Los juguetes son para el universo infantil no sólo un modo de trabajar su fascinante imaginación, sino un medio con el que establecer analogías frente a muchos otros conocimientos que forjaran su compromiso con la vida. Os recomiendo pasar por Ludca,una tienda de juguetes cuya gama de modelos cumple con el propósito de fomentar la creatividad, la imaginación y la habilidad motora de los más pequeños. Ofreciendo distintos modelos de juguetes diseñados para entrenar la memoria, los sentidos e incluso un portal hacia el conocimiento del mundo adulto.

Los niños son observadores de su entorno, de todo cuanto acontece viva o tácitamente a su alrededor. A fin de enriquecer su crecimiento, tanto a nivel motriz como mental, los juguetes se sitúan como pilar fundamental de su progreso. Un juguete tan trivial como una muñeca sirve ya de iniciación a la amistad, la empatía y la socialización. Porque un juguete, además de entretener, debe ser una caja de fomento a la progresiva configuración humana.

Por un juguete, incontables beneficios

Los rompecabezas forman parte de diferentes generaciones. Hay diferentes tipos, tanto tradicionales, como magnéticos y en variadas formas, los puzles contribuyen al desarrollo de la concentración y la paciencia. Del mismo modo que a la inteligencia espacial, es decir, a los conocimientos sobre el espacio que ocupan las cosas y su lugar en ellas. Y aunque todo esté sujeto a edad, dificultad y criterio propio, los rompecabezas son la piedra angular del juego infantil.

Por otro lado, las cocinitas de juguete son una divertida y maravillosa puerta a la vida de los adultos. Fomentando también las habilidades de recuento y diferenciación de formas y colores, despertará el gusto culinario de los más pequeños, así como el entendimiento de que no pertenece al sexo femenino. Un punto muy importante, del mismo modo que lo son las muñecas para niños, y útil cimiento para construir la sociedad respetuosa y no sexista que ha de regir el futuro.

Otro aspecto a tener en cuenta sobre los juguetes es su material de confección. A fin de redirigir el futuro hacia el ecologismo y la sostenibilidad, los juguetes de madera se han antepuesto al plástico como alternativa. No tan sólo como reminiscencia material para los adultos, sino como vía segura y carente de tintes y otros productos nocivos en juguetes para niños hacia la sostenibilidad. Como ocurre en el sector alimentario con asociaciones de la producción ecológica como Ecovalia. Cuyo objetivo radica en concienciar sobre la sostenibilidad desde su base alimentaria, como pioneros en España en fomentar la agricultura ecológica llamando a la implicación directa de sus productores.

Ruta hacia el cambio: Las raíces de la sostenibilidad

Si bien los juguetes son la chispa que aviva el fuego del aprendizaje, su uso también puede suponer una oportunidad para fomentar de sostenibilidad. Sería un gran disparate aguardar a la generación espontánea de los cambios mundiales positivos. Es por ese motivo que cabe inculcar en la infancia, a través de una educación didáctica, a la par que divertida, los beneficiosos valores de una sociedad responsable. Comenzando con optar por un juguete sostenible que sustente un cambio hacia el consumo de productos sin impacto alguno en el medio ambiente.

El mal que hoy produce la mala praxis debe encontrar remedio para el ser humano de mañana. Y esto es centrar los esfuerzos en el futuro y, por ende, en los niños. El equilibrio o la desestabilización de la era próxima dependerá de la educación de quienes deben crecer y formarse en ciertas circunstancias. Concienciando sobre cuán importante es cada ladrillo, por pequeño que sea, que ha de construir el muro ante los errores cometidos en el pasado. Basta con tan sólo un juguete educativo para fomentar en los más pequeños el pulso de la lucha.

La educación y los cimientos del futuro

Respetar el medio ambiente no consiste únicamente en arrancar de él una costumbre o en la evidente protección de un espacio natural. Esta tarea precisa de muchas más intervenciones en el estilo de vida global del planeta. Porque los flacos esfuerzos para modificar un sistema demasiado arraigado a su imperturbable triunfo, sólo hallan ayuda en los agentes del cambio de mañana. Aquellas personas que, desde la primera edad, hayan construido el intelecto, la creatividad, la imaginación y la perspicacia suficientes como para reiniciarlo todo desde su mismo núcleo.

Toda acción conlleva una consecuencia. El cambio sucede por la valentía de descubrir el error  para destruirlo y rehacerlo de nuevo. Desde la niña que en el futuro luchará contra el cambio climático, hasta el niño que abogará por los derechos fundamentales de la mujer en la sociedad. Todo fruto precisa de una raíz robusta. Y el ecologismo, tanto si encuentra su vía en un alimento o en un juguete, ha de sentar la base de un mundo puro y sostenible cuya hermosura forme parte del valor y del esfuerzo de todos nosotros.

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