Ansiedad y embarazo: ¿afecta nuestro miedo al bebé?

Ansiedad y embarazo: ¿afecta nuestro miedo al bebé?

Compartir es bonito

¡Hola! El embarazo es una etapa vital clave para cualquier mujer. Lo que se avecina es el nacimiento de un bebé que se va gestando poco a poco en el cuerpo de la madre. El propio proceso natural genera un desequilibrio hormonal que puede afectar emocionalmente a la madre, provocando en algunos casos un aumento en los niveles de ansiedad. Estas situaciones a menudo se complementan con preocupaciones por el curso del embarazo y por el bienestar del bebé.

¿Por qué se produce ansiedad durante el embarazo?

Los expertos definen la ansiedad como un sentimiento de miedo, temor o inquietud que surge como reacción normal al estrés. A nivel orgánico no es más que una respuesta emocional que activa al organismo y acelera mecanismos de defensa ante una situación determinada.

La ansiedad en el embarazo se relaciona con la aparición de pensamientos negativos por la salud del bebé o de la propia madre. En esta etapa vital las embarazadas afrontan cambios adaptativos con fluctuaciones en los niveles hormonales y otros cambios fisiológicos.

El estrés y la ansiedad son episodios muy comunes en el periodo prenatal y afectan tanto a la madre como al recién nacido. Se estima que aproximadamente el 15% de las mujeres embarazadas presentan algún síntoma de este tipo.

Estos episodios son más habituales en madres primerizas, pero no son nada extraños. Sin embargo, si las inquietudes son continuas en el tiempo, puede producirse lo que se conoce como ansiedad perinatal, un problema serio que requiere atención médica y psicológica lo antes posible.

Los trastornos de ansiedad pueden reducir la capacidad de autocuidado de la madre y resultar en debilidad para el feto. Además, desde un punto de vista fisiológico, los niveles elevados de estrés conllevan un aumento en la producción de cortisol, una hormona que afecta negativamente tanto a la madre como al feto.

La ansiedad en el embarazo, trimestre a trimestre

Durante el primer trimestre, desde que la madre se entera de que está embarazada, los sentimientos suelen ser contradictorios. Aunque externamente hay pocos cambios físicos, internamente ocurren muchos: somnolencia, cansancio, etc. Asimismo, en esta primera fase es cuando existen más riesgos de sufrir una pérdida espontánea del feto.

En el segundo trimestre surgen conflictos a nivel corporal, ya que la embarazada comienza a sentirse no deseada y a verse como madre. Entre la semana 12 y la 22 se produce un momento de mucha vulnerabilidad, puesto que el cortisol materno puede atravesar la placenta y generar cambios genéticos en el feto.

Esto también ocurre en la semana 32, ya en el tercer trimestre. En las últimas semanas de embarazo, los sentimientos encontrados resurgen. La inminente llegada del bebé viene cargada de fantasías y temores respecto al momento del parto, lo que puede provocar emociones muy dispares como tristeza, enfado, irritabilidad, miedo y angustia, deseos irrefrenables de que nazca el bebé o una ilusión desmedida.

Complicaciones para el bebé derivadas de la ansiedad

Los efectos negativos del cortisol pueden dar lugar a complicaciones durante el embarazo, como un crecimiento intrauterino insuficiente del feto, posibilidad de parto prematuro, bajo peso al nacer y una mayor incidencia de depresión postparto para la madre.

Igualmente, existen estudios que indican que los niveles altos de estrés y ansiedad continuada durante el embarazo repercuten negativamente en el desarrollo psicológico del niño. Los bebés cuyas madres han padecido estos trastornos durante la gestación son más propensos a desarrollar trastornos de déficit de atención e hiperactividad conforme crecen.

Estas afecciones también se reflejan en problemas de conducta, dificultades en el lenguaje y en las habilidades de comunicación. Otras complicaciones en los bebés derivadas de situaciones de estrés, especialmente las generadas en el primer trimestre del embarazo, son las malformaciones congénitas menores como el labio leporino.

El miedo al parto, el último gran temor

El último gran desafío en el embarazo son las últimas semanas previas al parto, donde muchas mujeres desarrollan tocofobia o miedo al parto. Se trata de una situación problemática que en los peores casos desencadena en crisis nerviosas solo con nombrar el embarazo. La tocofobia puede ser primaria, la que experimentan embarazadas primerizas; o secundaria, que la viven quienes ya han pasado por una situación traumática previa con otro embarazo.

La intervención más eficaz para superar el miedo al parto pasa por acudir a un psicólogo perinatal. El primer paso para abordar este miedo de manera efectiva es identificar el origen de los miedos de la futura madre. Los expertos señalan que la tocofobia primaria puede ser más difícil de tratar que la secundaria, ya que los motivos del miedo pueden ser menos claros y requieren un análisis más profundo.

Afortunadamente, los efectos de este temor al embarazo y el parto pueden mitigarse con clases de preparación, práctica deportiva adaptada al nivel de condición física y estado de gestación, ejercicios de meditación y relajación, y la búsqueda de ayuda profesional externa. Este especialista se enfocará en tranquilizar a la madre, asegurándole que no debe sentirse juzgada ni abrumada por lo que está por llegar.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *