Cuento infantil: Rosquis y el Reino de las tres islas

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Rosquis y el Reino de las tres islas

Esta historia transcurre en el Reino de las tres islas. Un reino, que como su propio nombre indica, estaba formado por tres islas llenas luz y de color. Cada isla era diferente.

La más grande se llamaba Miku, con una gran ciudad rodeada de frondosos campos en los que se cultivaban multitud de frutas y verduras. La isla más cercana a Miku, era Sica. Pequeños ríos recorrían toda la superficie de la isla y los habitantes vivían de lo que pescaban.  La isla más pequeña tenía un paisaje casi desértico, lleno de dunas de arena y oasis de palmeras. Era la isla Pisqui. Pero algo unía a estas islas, algo tenían en común y era la alegría y amabilidad de sus gentes. Quien visitaba el reino, no se quería ir.

Pues bien, ya que conocemos un poco más al maravilloso Reino de las tres islas, os presentaré al protagonista de la historia. Un oso grande, marrón y muy peludo, al que todo el mundo conocía por el nombre de Rosquis. Su vida se resumía en dos palabras, cueva y trabajo. Se pasaba medio día dormido en su cueva y el otro medio lo pasaba en su trabajo. Rosquis era el conductor de un autobús y cada día hacía el mismo recorrido.

“Todos los días lo mismo. ¡Qué aburrimiento!” Pensaba el oso.

Y sí, la verdad es que era muy monótono y cada día veía las mismas casas, los mismos coches, saludaba a las mismas personas sin conocerlas de nada… Rosquis pensaba que su vida era la más aburrida del mundo.

Una mañana se despertó en su cueva y pensó que quería vivir nuevas emociones y aventuras. Estaba seguro de que la vida en otros reinos era mucho más divertida que la suya.  Así que cogió sus cosas, las metió en una maleta y salió de la cueva dispuesto a comenzar una gran aventura de esas que sólo se leen en los cuentos.

Lo primero que hizo fue ir al puerto y montarse en el primer barco que vio. Una vez arriba, pudo ver adonde se dirigía. Un cartel grande decía:

DESTINO: EL REINO DE LAS TRES ISLAS

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La primera parada fue Miku, la isla más grande de todas. Rosquis quería ver todo, así que  siguió al resto de los pasajeros del barco hacia un mercado pequeño. Estaba lleno de color y en el ambiente se mezclaba el olor a fruta fresca y el de las flores de los coloridos puestos. Toda la gente iba y venía de un lado para otro. Rosquis no estaba acostumbrado a tal aglomeración de gente ni a esas prisas por llegar a todos sitios. “La verdad es que echo de menos mi tranquilidad”, pensó Rosquis.

La siguiente parada era Sica, una ciudad más pequeña y tranquila que se dedicaba a la pesca. El primer día, Rosquis quiso aprender a pescar como los habitantes del pueblo. Así que con ayuda de algunos lugareños, consiguió una rudimentaria caña de pescar y una vieja barca y salió al río. Tras horas y horas de espera, al fin la caña se movió. Pero tan grande era el pez, que terminó tirando a Rosquis con su caña al agua. Ya en el pueblo, se secó y comió algo. Delante del fuego pensaba que estaba aprendiendo grandes cosas y conociendo a gente muy interesante, pero le gustaría estar calentito en su agradable cueva.

Por último, visitó Pisqui. Cuando bajó del barco, sólo pudo ver arena y más arena hasta donde le llegaba la vista. Unos oseznos jugaban en las dunas a lanzarse con unas tablas. Pensó que sería divertido aprender ese deporte, así que subió a la duna más alta y preguntó a los chicos si podía lanzarse. Eran muy amables y le prestaron una tabla. Pero Rosquis bajó la mitad de la duna de culo y la otra mitad rodando. Le pareció muy divertido, pero aquello no era lo suyo. Pensó que conducir el autobús se le daba mejor.

Al día siguiente volvió a casa en el barco. Al bajar en el puerto se sintió triste por acabar sus aventuras, pero muy feliz por haber aprendido muchas cosas, haber hecho nuevos amigos y sobre todo, por volver a casa.

Cada día volvía a hacer su mismo recorrido en el autobús, pero ya no le parecía tan aburrido. Se divertía saludando y viendo lo que pasaba a su alrededor y su cueva ahora le parecía el lugar más acogedor del mundo.


 

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4 comentarios en «Cuento infantil: Rosquis y el Reino de las tres islas»

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