La pequeña estrella lloraba mucho, tanto que podría formar un mar entero. Lloraba y lloraba sin parar. Una noche, la luna se acercó y le preguntó lo que le pasaba.
«No quiero ser yo. Nadie me mira. El sol es más grande que yo. Es más brillante que yo. Es más importante que yo. Yo quiero ser el sol.», dijo la estrella entre lágrimas.
La luna le dijo que era una estrella preciosa y que no tenía que ser sol para ser importante.
«Te enseñaré una cosa», dijo la luna.
La luna sacó un gran telescopio y le dijo a la estrella que mirara a la tierra. «Sólo se ven siluetas de niños, no veo nada», protestó la estrella.
«Fíjate bien. Hay muchas personas mirando las estrellas y entre ellas, estás tú. Ningún niño puede mirar directamente al sol, pero te pueden ver brillar a ti cada noche» explicó la luna.
Desde esa noche, la estrella brilló más fuerte que nunca para que todos los niños pudieran verla y soñar con ella.
Me encanta, precioso relato, un besazo
Gracias. Un besazo!!
ohhhhhhhhhhhh qué bonito. Me encantan tus cuentos con moraleja 😉
Ooooooh graciassssss
Precioso cuento!! Me ha encantado volver a reencontrarme tus cuentos de 150 palabras.
Gracias!
me encantaría tener arte de saber escribir. Te felicito. Besos
Mil gracias. Me acabas de subir el ánimo!!!
Precioso cuento. Cuanto mensaje contiene en 150 palabras, me encanta. Si quieres que te enseñe a hacer un juego de magia en el que una servilleta se convierte en un sol y en una estrella me lo dices.
Alberto Comodín
Me encantaría 😉